El día del desasosiego.
Hace unos años José Saramago dio una conferencia en la que
decía “La democracia está ahí, como si fuese una especie de santa en el altar de
quien ya no se espera milagros… pero que está ahí como una referencia”,
más adelante en el discurso Saramago
dice que la democracia está secuestrada, condicionada y amputada por las
grandes organizaciones financieras internacionales, FMI, OMC y los bancos
mundiales. Estas declaraciones seguramente causaron desasosiego en más de uno,
y está bien porque sólo un hombre como Saramago que vivió siempre desasosegado
podía hablar y escribir para desasosegar con sólo unas cuantas palabras.
Hoy podemos ver que sí, que nos lo pueden decir más fuerte,
pero no más claro, son los sumos sacerdotes del poder económico los que
controlan la “democracia” y el mundo. Son ellos los que han decidido dejar al
mundo en una crisis financiera, son ellos los que han decidido crearse un mundo
para ricos donde hay víctimas que no diseñó este sistema.
Fue hace noventa años que Saramago nació para un día decir siendo
ciegos no avanzamos seamos lucidos, y fue Saramago en su vida tan lucido como
en sus libros que son novelas y no panfletos. Y fue esa capacidad de tomarle el
pulso al mundo lo que llevó a Saramago a comprender que los seres humanos somos
ínfimos en la infinitud del universo, pero que sí podemos ser grandes si
utilizamos la inteligencia y la sensibilidad.
Saramago escribía libros en donde no estaba su vida, sino
sus obsesiones y son esas obsesiones el caos del mundo que para Saramago era un
orden por descifrar.
Saramago es quien me llama desde el librero y me dice léeme y
actúa, léeme y ordena, léeme y soluciona, léeme y haz algo por este gran
paisaje que es el mundo. Y hoy Saramago duerme y tiene sueños tan consistentes
como siempre los tuvo.
El 18 de junio del 2010 la “hijaeputa”, como llama Pilar del
Río a la muerte en una entrevista, se encariñó con Saramago y lo llevo a vivir
siempre con ella para que muchos, como dijo una política portuguesa, muriéramos
al día siguiente como lo hizo Monsiváis y no pudiéramos recuperarnos nunca de
tan gran pérdida.
Pero puedo terminar este texto convencido de que Saramago, portugués
y mexicano, nos mira y nos llama locos por lo que hacemos, nos llama locos por
el homenaje de amor que se hace hoy para recordarlo, pero nos llama locos con
el sosiego de que nos dejó sus libros con las enseñanzas más importantes que
nos pudo haber dejado.
“Me abrazo a las palabras que he escrito, les deseo larga vida y recomienzo la escritura en el punto que la había dejado.”José Saramago
Ezra Alcázar