Conservo aún en mi memoria los primeros recuerdos de haber
festejado la llamada fiesta de “noche vieja”. Muchos integrantes de la familia
que ya se han ido de este “mundo al revés” están en casa tan saludables que
todavía no me creo que estén muertos, las imágenes que se conservan en mi
cabeza están en un tono que se asemeja a los filtros del instagram.
Por esos años ya sucedía que en punto de las cero horas las líneas
de todos los teléfonos locales y los pocos celulares estaban saturadas de
personas queriendo felicitar a sus seres queridos, hoy la cosa no es muy
distinta, la gente se reúne en sus casas con las pocas personas que puede y
festeja, en su intimidad, la llegada del año nuevo y felicitan, con diversos
medios, a sus seres queridos en otros lugares.
Las líneas telefónicas de los miles de teléfonos locales y
los otros miles de teléfonos celulares se saturarán en unos minutos, pero esta
vez no son sólo las líneas de telefonía las que estarán llenas de parabienes de
tipos varios, esta vez también han sido utilizadas las redes sociales. Ya desde hace unas semanas atrás los muros en Facebook
y el Timeline de miles se han llenado de muchos tipos de felicitaciones, imágenes
con perros disfrazados de Santa Claus, bebés gritando felicitaciones y demás
tipos. Otra forma han sido los extensos mensajes que la gente publica para
hacer un recuento de lo que le sucedió en el año, recordar gente, añorar
situaciones, lamentando eventos y haciendo una especie de profecías esperanzadas
para el año siguiente, promesas y propósitos.
Entre las muchas cosas que se escribieron encuentro gente
optimista que habla de que el mundo está mejorando, me pregunto yo en qué mundo
vivirán aquellas personas, dicen que el mundo avanza en democracia, que ya no
hay tantos pobres, que la tecnología cada vez es mejor, que la medicina cada
día salva a más gente, que los muertos disminuyen y que todo será mejor.
Lo leído es impactante, podemos leer lo que dicen estas
personas y remontarnos instantáneamente a un fragmento de esa canción de Charly
García en la que dice “Mientras
nosotros morimos aquí, con los ojos cerrados, no vemos más
que nuestra nariz.”, y me pregunto yo ¿para quién mejorarán las cosas? ¿Para
quién han mejorado estas cosas? Para los trescientos mil desaparecidos en
México, no; para los catorce detenidos el 1 de diciembre en la Ciudad de México
y que estuvieron retenidos casi un mes, no; para los miles de pobres en México,
no; para los muertos en el mundo, no; para los que no tienen esta noche una
pieza de pan para comer, no; para esas víctimas que el sistema no preparó, no.
De qué le puede servir a la
humanidad que “hayamos llegado” a marte si en África la gente se muere de
hambre, o aquí mismo en México, de qué nos puede servir que un mexicano sea el
hombre más rico del mundo si en México hay 52 millones de pobres. Muchas cosas
se descubren, muchas cosas se ganan, muchas cosas se logran, pero pocas veces
pensamos para quién se descubren, ganan y logran esas cosas.
En este año que inicia
tenemos que intentar ver más allá de nuestra nariz. Hace ya un rato que en
Europa están en el 2013, aquí faltan 15 minutos y la calle está tranquila, me
asomo por el balcón y son pocas las luces que se logran ver encendidas en las
casas cercanas ¿la paz que ahora reina en la ciudad continuará durante este año
por empezar?
Ezra Alcázar