viernes, 16 de noviembre de 2012

El día del desasosiego.


El día del desasosiego.

Hace unos años José Saramago dio una conferencia en la que decía “La democracia está ahí, como si fuese una especie de santa en el altar de quien ya no se espera milagros… pero que está ahí como una referencia”, más  adelante en el discurso Saramago dice que la democracia está secuestrada, condicionada y amputada por las grandes organizaciones financieras internacionales, FMI, OMC y los bancos mundiales. Estas declaraciones seguramente causaron desasosiego en más de uno, y está bien porque sólo un hombre como Saramago que vivió siempre desasosegado podía hablar y escribir para desasosegar con sólo unas cuantas palabras.
Hoy podemos ver que sí, que nos lo pueden decir más fuerte, pero no más claro, son los sumos sacerdotes del poder económico los que controlan la “democracia” y el mundo. Son ellos los que han decidido dejar al mundo en una crisis financiera, son ellos los que han decidido crearse un mundo para ricos donde hay víctimas que no diseñó este sistema.
Fue hace noventa años que Saramago nació para un día decir siendo ciegos no avanzamos seamos lucidos, y fue Saramago en su vida tan lucido como en sus libros que son novelas y no panfletos. Y fue esa capacidad de tomarle el pulso al mundo lo que llevó a Saramago a comprender que los seres humanos somos ínfimos en la infinitud del universo, pero que sí podemos ser grandes si utilizamos la inteligencia y la sensibilidad.
Saramago escribía libros en donde no estaba su vida, sino sus obsesiones y son esas obsesiones el caos del mundo que para Saramago era un orden por descifrar.
Saramago es quien me llama desde el librero y me dice léeme y actúa, léeme y ordena, léeme y soluciona, léeme y haz algo por este gran paisaje que es el mundo. Y hoy Saramago duerme y tiene sueños tan consistentes como siempre los tuvo.
El 18 de junio del 2010 la “hijaeputa”, como llama Pilar del Río a la muerte en una entrevista, se encariñó con Saramago y lo llevo a vivir siempre con ella para que muchos, como dijo una política portuguesa, muriéramos al día siguiente como lo hizo Monsiváis y no pudiéramos recuperarnos nunca de tan gran pérdida.
Pero puedo terminar este texto convencido de que Saramago, portugués y mexicano, nos mira y nos llama locos por lo que hacemos, nos llama locos por el homenaje de amor que se hace hoy para recordarlo, pero nos llama locos con el sosiego de que nos dejó sus libros con las enseñanzas más importantes que nos pudo haber dejado.

“Me abrazo a las palabras que he escrito, les deseo larga vida y recomienzo la escritura en el punto que la había dejado.”José Saramago




Ezra Alcázar