sábado, 20 de diciembre de 2014

SARAMAGO VUELVE A RETAR AL LECTOR DESDE LO MORAL Y LO LITERARIO

Pilar del Río, periodista, traductora y presidenta de la Fundación José Saramago, vino a México para presentar en la Feria Internacional de Guadalajara el nuevo libro del nobel portugués, donde se explora el negocio armamentístico y la responsabilidad personal.
Presentación del libro Alabardas en la Casa Universitaria del Libro.
José Narro Robles, Pilar del Río y Fernando Castañeda Sabido.


A mediados de 2009, José Saramago planteó en su blog la idea de escribir un libro donde trataría una idea que le había rondado la cabeza desde que le contaron la historia de una bomba que cayó en Badajoz (España) durante la Guerra Civil, pero que en lugar de explorar se abrió un mensaje escrito en portugués que decía “esta bomba no debe explotar”. Saramago escribió tres capítulos donde cuenta la historia de Artur Paz Semedo, un empleado contable de la fábrica de armas Producciones Belona S.A., que un día reflexiona sobre el poder y la destrucción, y cómo estos son los motores de la gran tragedia de la humanidad, las guerras. En esta edición de Alabardas, publicado por la editorial Alfaguara, participaron el escritor italiano Roberto Saviano, el nobel alemán Günter Grass y el poeta Fernando Gómez Aguilera.

   ¿En qué momento y por qué decide Saramago escribir sobre el negocio armamentístico?
   Saramago tenía la idea de una bomba que no va a explotar, pero esa idea lo venía acompañando desde hacía muchísimo tiempo, y la citaba. En un principio mencionó que le gustaría meter eso en un libro, pero no tenía la idea de hacer un libro completo que surgiera de esa historia. Hay una frase de un poema que dice “Quien se calla cuanto me callé/ no se podrá morir sin decir todo.” Yo creo que esas ideas que lo venían acompañando desde siempre, se le planteaban como una urgencia que aun sabiendo que probablemente no podría terminarla, pues tenía los días contados y lo sabía, se puso a escribirla con un empeño no sólo literario, sino moral.



   ¿Cómo fue el proceso de escritura de Alabardas?
   Años atrás, él había conocido Brazo de Prata (fábrica de armas en Lisboa), donde se presentó el libro y estuvieron Roberto Saviano y Baltazar Garzón. Saramago escribió esos tres capítulos, no en su sitio de trabajo pues estaba en casa con muchas dificultades de salud, pero con toda la capacidad creativa. Dejó tres capítulos acabados, y la novela ahí iba a hacer un quiebre, y estaba en el periodo de investigación de cómo podrían ser las fábricas de armas; y en ese proceso de investigación, lectura y búsqueda, fue cuando se puso definitivamente enfermo. Él sabía que la novela iba a hacer un giro, se desarrollaría una parte dentro de la fábrica y luego un final que podemos ver por las notas.

   ¿Saramago dijo qué se debía hacer con la novela si no la terminaba?
   Cuando te llega la muerte te da absolutamente igual cualquier cosa que esté pasando en el entorno. No hablamos nunca de eso. Entonces como no hablamos, la decisión es mía. Yo le vi leer obras inacabadas de otros autores, como el libro que estaba escribiendo Albert Camus cuando murió, incluso uno de los últimos libros que leyó antes de morir fue otra obra inacabada que yo le regalé de Thomas Maan.

   ¿Cómo fue la traducción de este libro ahora que ya no está José para intercambiar opiniones?
   No nos interferíamos, lo que sí hacíamos a veces es que nos leíamos fragmentos. Él leía lo que había escrito y yo le leía la traducción para ver cómo sonaba. A veces me decía “esta palabra no o esta sí…”, eran cosas mínimas. Para este libro José estaba ya muy mal, y yo me dedicaba absolutamente a José, él terminaba de escribir y yo no fui traduciendo. He traducido hasta la navidad pasada. Después de navidad me quedé un mes en Lanzarote y ahí empecé a traducir. Cuando él terminaba de escribir yo lo imprimía y los acomodaba en una carpeta roja, los quise tener ahí un tiempo para ver si lo terminaba, pero el día que recogí los folios, la impresora y el ordenador, fue como aceptar que la muerte había llegado definitivamente. El libro está tal cual como lo dejó Saramago.

   ¿Cómo surge la idea de publicar estos tres capítulos con la colaboración de Roberto Saviano, Günter Grass y Fernando Gómez Aguilera?
   Yo no quería publicarlo como un libro más, me parecía que el empeño ético de José se tenía que mostrar de alguna manera y pensamos que podían intervenir otros autores que de alguna forma hubieran estado relacionados con la violencia. Entonces quise esperar algo de tiempo, no quise que fuera una operación comercial, y cuando me di cuenta que era el centenario de la Guerra Mundial dije “¡vamos ahora!”. Mientras tanto, algunos de los autores que se habían planteado en un principio cuando pensamos en hacer un tomo colectivo contra la guerra, habían muerto o estaban con cáncer. Aun así la idea se mantuvo con Saviano y con Grass; uno que es una víctima y tiene que estar cuidado todo el tiempo, y otro que es un conocido antibelicista. Así que la idea se mantuvo y Fernando Gómez Aguilera contextualizó el libro.

   En el texto escrito por Saviano para Alabardas, él cita a Saramago diciendo “Si estuviera en mis manos, yo no me iría nunca” Habiendo Saramago entendido y analizado la muerte desde Las intermitencias de la muerte, ¿cómo podemos interpretar esa cita?
   Él lo que no quería era tener mil setecientos cuarenta y ocho años y ser una cosita como pasa, pero lo que sí decía era “yo cuando me muera quiero que pongan en mi lápida Aquí yace fulano de tal indignado, porque no se quería morir, pero quería seguir en plenitud y con toda su gente; lo que pasa es que eso era imposible. Sin embargo llega un momento en que uno se cansa, y él se cansó. Así como yo sabía que él quería mantenerse vivo cuando entró al hospital tan enfermo mientras escribía El viaje del elefante,  también me di cuenta que él ya aceptaba el final tranquilamente; es como cuando llega la noche y quieres dormir, y la muerte cuando te llega tu hora natural, no la de los 43 desaparecidos, lo que quiere es dormir y descansar.

   En este tema de la responsabilidad personal, Roberto Saviano que participa en este nuevo libro, recientemente publicó CeroCeroCero donde a mi parecer no denuncia por completo la responsabilidad de los Estados Unidos en los problemas de la violencia y narcotráfico en México.
   Yo he leído CeroCeroCero y me pareció un libro impresionante, y además debiéramos de leerlo todos. Fui más sensible a que faltaban datos de España y que él ha dicho que efectivamente tenía más, y tenía más también de Brasil; y de Estados Unidos habla de tantas empresas norteamericanas, de la banca… Seguramente le faltaron muchos datos, pero el mundo está transversal y piramidalmente atravesado por el narcotráfico. Pero a mí con los ejemplos que pone y las situaciones que describe de la banca norteamericana; pero es que yo creo que no le cabía el mundo entero en el libro. 

El lector normal necesita lo concreto para ver lo general, como con Artur Paz Semedo. Saviano escribió ese libro, al igual que Gomorra, porque de pequeño jugaba entre cadáveres; él no quiere hablar de la situación del mundo, habla de las personas concretas que en un determinado momento han tenido que tomar una decisión y la han tomado; desde el hombre del banco que dice que va a hacer una investigación, el periodista que se la juega, o directamente el que decide pasar al narcotráfico. A mí me parece que para escribir de estas historias en general, está muy bien escribir en lo particular, aunque eso signifique que le falte el capítulo de Brasil o México. Me parece un gran libro CeroCeroCero.


   Pareciera que Saramago no deja de hablarle a los lectores en momentos tan duros como estos. Saramago dijo: “Podemos más de lo que imaginamos, podemos más de lo que creemos”
   Justo ahora, el Grupo Podemos en España, que piensa que puede ganar las elecciones, nacen con esa frase. Saramago dijo en La Puerta del Sol “en el mundo existen dos superpotencias; una es Estados Unidos y la otra eres tú”. Con este libro, Alabardas, viene a decir lo mismo. Él no está propiciando un nuevo individualismo, pero sí reivindicando el valor del individuo; y que cada individuo es importante, y que puede mucho más de lo que cree. Este libro, claro es que una denuncia de las armas, de su fabricación, comercio y lo que hacen, pero sobre todo es el llamamiento a la necesidad de la responsabilidad personal. Es el libro de la responsabilidad de las personas, no pueden simplemente decir “es que no sabía” ¿cómo que no sabían los alemanes, que veían pasar los trenes cargados de gente y no se preguntaban dónde iban cuando volvían vacíos? ¿no veían salir humo? Podemos saber y tenemos que intervenir.

   Saramago que siempre fue un hombre bien informado, tendría que decir algo sobre lo que vive actualmente México ¿cuál sería la postura de Saramago ante la violencia en la que vive el país?
   Yo no voy a decir la postura de Saramago porque él no está para decirla, pero sí recuerdo la postura que tuvo ante la masacre de Acteal; me preguntan qué diría él, yo traigo Acteal.

   Y la postura de Pilar del Río ¿cuál es?
   La postura de Pilar del Río es que es algo intolerable. Es intolerable que desaparezcan 43 estudiantes, es intolerable que aparezcan fosas comunes, es intolerable que no se sepa quiénes son esas personas, es intolerable que todos los medios del estado no estén en estos momentos en solucionar las cosas. José decía de Colombia, que Colombia tenía que vomitar sus muertos, desenterrar sus muertos, porque si murieron quizás sin saber por qué, nosotros teníamos que saber por qué habían muerto. Es intolerable que los Estados no estén satisfaciendo las necesidades de los ciudadanos; y la primera necesidad es preservar la vida, y preservar la vida significa tener acceso a condiciones para encontrar trabajo, para tener alimentación, tener sanidad, y tener acceso a la cultura. ¿Qué es lo que está pasando? Algo imperdonable. Cuando la gente va a votar no vota para que los desaparezcan. Ojo, yo no digo que el gobierno sea el responsable, cuando veo “Peña Nieto, vete”, vale ¿y después? Lo que no debemos permitir es que exista este estado de cosas, y no es solamente por los de arriba, es que a lo mejor los de abajo… Y estamos otra vez en el tema de Alabardas porque lo hemos permitido, porque insisto, Peña Nieto fue votado, no vino por un golpe de estado. Aunque se hable de que los medios de comunicación orientaron el voto, ¿y la inteligencia? Es un problema complejo el de la democracia.

   Y no es sólo Alabardas el que nos hace ponernos ante el espejo, basta recordar a los ciegos que no ven…
   Pero esa es la responsabilidad de los ciegos: ciegos que viendo, no ven; y después de Ensayo sobre la ceguera vino Ensayo sobre la lucidez en donde la gente repente sin que le den consignas, solamente movidos por su conciencia, deciden que tienen que tomar una posición cívica; ante esa sociedad que toma su responsabilidad, el gobierno se tiene que ir y con él el sistema. Pero es porque la gente, esgrimiendo su voto, no como delegación de responsabilidad, sino como poder,  pasa lo que pasa.
Ilustración de Günter Grass que da portada al nuevo libro de Saramago.


   Entonces Saramago no le habla al sistema ni lo invita a cambiar, sino que reta al lector y al ciudadano.
   Los gobiernos tienen sus intereses, las llamadas razones de estado. Hace unos días el primer ministro de Italia argumentó, para la compra de una cantidad de armamento loca, que eran compromisos de estado que tenía que satisfacer. Yo grité “¿y no tienes el compromiso de estado con la gente?”, está cerrando hospitales, las carreteras son malas, el estado de derecho se cae, la sociedad de bienestar está que da carcajadas ¿y no tienes compromiso de estado con los habitantes? ¡Vete a la mierda!, como el final del libro de José.

   Claro, un final que nos deja con el regusto de rellenar esas partes nosotros mismos. Pareciera que Saramago nos reta doblemente, desde la parte literaria y la parte moral. Vuelve Saramago a despertar a los lectores tranquilos para a desasosegarlos.
   El miedo y la indiferencia son los peores males. Insisto, no es México, no es Portugal, no es España, no es Aznar ni Peña Nieto, es el sistema; y en ese sistema hay gobiernos más y menos cómplices.

   Y los cómplices de abajo somos nosotros cuando somos indiferentes o nos resignamos a lo que pasa a nuestro alrededor…
   … Artur Paz Semedo, que hace muy bien su trabajo y acaba el arma que va a matar a personas inocentes.

  *Esta entrevista fue publicada originalmente en el periódico Liberación en su edición de diciembre de 2014
http://www.liberacionmx.com/